Las bases de la
arquitectura cerebral se establecen muy tempranamente en la vida, incluso antes
del nacimiento, y la interacción dinámica entre el ambiente y la experiencia
tendrá un impacto en la forma como se expresa la predisposición genética. Si
tuviéramos que utilizar una metáfora, se podría decir que los genes son el
arquitecto - quien es el encargado del diseño - mientras que ambiente y experiencia
son el ingeniero, de quien va a depender que el diseño se ejecute tal y como el
arquitecto lo había concebido.
En ese sentido,
ambiente y experiencia van a moldear la arquitectura cerebral y van a permitir
que se despliegue todo el potencial genético. Hallazgos recientes en neurociencias han demostrado que la
experiencia interviene de manera decisiva durante el periodo prenatal y el
inmediatamente posterior al nacimiento en la organización del cerebro.
Así como actualmente
resulta imposible separar mente de cuerpo, de la misma manera resulta imposible
separar naturaleza de crianza (nature/nurture). Las experiencias tempranas
determinan en gran medida la arquitectura cerebral, y en ese sentido, todo
hecho psicológico modificará la organización del cerebro. La interacción con
los padres o cuidadores son el instrumento más importante para la
estructuración del cerebro del bebé, por lo que una relación estable con los
dos o uno de ellos conduce a la adquisición más rápida de aptitudes emocionales
y cognitivas.
Por ello es tan
importante que la madre cuide toda las circunstancias que rodean su embarazo,
que van desde obtener los nutrientes necesarios para la formación óptima del
bebé hasta proveer un ambiente y experiencias estimulantes para el desarrollo
de una arquitectura cerebral que exprese todo su potencial genético.
Giuliana Daneri
Psicóloga Especialista en Neuropsicología
Giuliana Daneri
Psicóloga Especialista en Neuropsicología
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