lunes, 27 de abril de 2015

Los Padres ,somos principales figuras que apoyamos a nuestros hijos a identificar su Talento !!!

 

¨ Desde chiquita me gustó actuar y hacer shows con mi hermana, primas y amigas, pero fue cuando entré al colegio que descubrí mi amor por escribir cuentos y poemas. Mientras fui creciendo, descubrí la magia de la fotografía y los videos, y cómo al combinarlos con la actuación y la escritura llegaba a la creación de algo que me fascina: la cinematografía. Mis papás se dieron el tiempo de apoyarme y compartir mis logros con orgullo. Cuando quise escribir, mi mamá me inscribía en concursos para compartir mis historias con los demás, cuando quise tomar fotos, mi papá buscó la mejor cámara que podía regalarme y cuando quise actuar, mis papás adecuaban su horario para llevarme y traerme de los ensayos. Me considero muy afortunada al no haber encontrado ningún obstáculo cuando les dije que quería estudiar Comunicaciones, especializándome en Audiovisuales. Tengo amigas que soñaban con ser bailarinas, actrices, cantantes o voleibolistas, pero cuyos sueños de expresarse a través de sus talentos fueron postergados por considerar sus padres que estas no eran carreras ¨.
 
¨Definitivamente siento que los padres tienen un rol decisivo en el desarrollo de los talentos de sus hijos, gracias a ello, tengo la posibilidad de ser una cineasta libre en un estudio de grabación y no una cineasta frustrada, atrapada en una oficina.¨   
 
 
Daniela Escobar
 
 


Este cuento narra la historia de amistad y cariño entre dos hermanas desde que son niñas hasta que son abuelitas, siempre juntas. Se resalta el gran tesoro que representa para una persona el tener una hermana o un hermano.
El libro está escrito en inglés, pero a un nivel básico, por lo que es fácil que los abuelitos, los papás o los hermanitos lo lean al niño.
Las ilustraciones son preciosas, de Andrea Paz. Es perfecto para niñas (pero también para niños) de 4 a 10 años.
Encuéntralo en todas las Librerías ZETA y en Mullerhaus (en La Estancia)

 
 

lunes, 26 de enero de 2015

Emociones Deportivas: Inevitables (pero controlables)

Una buena amiga, que solía ser deportista de competencia, me preguntó hace unas semanas: ¿Cómo puedo hacer para no estar triste si voy perdiendo 14-0? (la competencia va hasta 15). No le di mayor respuesta, ella tampoco la esperaba realmente, solo me sugirió la pregunta para inducirme a reflexionar sobre ello. Días más tarde, prendo el televisor y me encuentro una situación muy similar en los “juegos suramericanos de la juventud”, en este caso el marcador iba 12-2 y terminó 15-2. Inmediatamente le escribí y conversamos un rato al respecto. Me contó un par de experiencias, opuestas por su fin, pero igualmente extraordinarias. En una perdía estrepitosamente, mientras que en la otra daba vuelta a un marcador vergonzosamente dispar.
Si bien estas situaciones pueden ser extrañas, no son ajenas a nadie. Como deportistas responsables, queremos (intentamos) controlar la mayor cantidad de variables. Y como una pareja en su matrimonio, queremos que todo salga perfecto. Lo cierto es que ese nivel de control y perfección no pasa de ser un deseo, un ideal imaginario que nos llena de esperanza e ilusión. No creo equivocarme si digo que todos los deportistas (de competencia o aficionados), quieren que todo resulte según lo planeado el día D. Y está bien, de hecho, apuntar a ese nivel de exigencia los llevará a niveles cada vez más altos de perfección. El problema surge cuando dejamos de diferenciar el imaginario de la realidad.
Recuerdo que, mientras realizaba una terapia de grupo con algunos jugadores del equipo, días antes de su viaje, les pregunté si alguno había pensado en la posibilidad de perder. No exagero si digo que un par quisieron dejar la sesión, mientras que el resto me decía que los estaba “salando”. Esa tarde, percibí miedo en sus rostros, pues vieron esa realidad que habían estado ocultando con su imaginación. Lo conversé con el entrenador y preocupado me dijo: “están muy confiados, y me preocupa que no estén nerviosos. Son buenos, y tienen con qué ganar, pero deberían preocuparse más…”
A lo que apunto con esto, y  -en un intento de responder a la difícil pregunta de mi amiga-, es que no ponernos tristes cuando perdemos, ya sea 14-0, 14-7 o 14-13, es imposible, es como pedir que no celebremos cuando ganamos por las mismas diferencias. Es tan emocionante para uno como para el otro. Parte del deporte es la emoción. Pensemos un segundo, como deportistas, en todos los entrenamientos que hemos debido completar para llegar a competir, para ser aceptados en una selección, para ganar una medalla o un trofeo. Creo que la Razón no tiene la fuerza suficiente para empujarnos a realizar tanto esfuerzo. Solo la Emoción es capaz de tal hazaña.  En ese sentido, la tristeza de quien pierde es tan sana y natural como la alegría del que triunfa. El tema es que así como luego de ganar y experimentar un estado de incontrolable excitación, retomamos nuevamente un nivel controlado y adaptado, debemos ser capaces de hacer lo mismo a la inversa. Entiendo lo difícil que eso pueda resultar, al menos en el imaginario de muchos, no es posible sobreponerse a una derrota, cuando esta significa meses o años de esfuerzo. Por eso, considero que lo principal para evitar que esas situaciones lleguen a extremos inmanejables, es marcar bien la diferencia entre el imaginario y la realidad. Hay cosas que podemos cambiar, que dependen de nosotros y sobre las cuales debemos trabajar. Hay otras en cambio, que no, pues no tenemos mayor injerencia respecto a cómo se darán. A estas debemos aceptarlas, adaptarnos a ellas. Pretender cambiar algo, que no depende de nosotros, es tan inútil como obviar nuestros defectos pensando que todo saldrá bien.

Para terminar, solo quiero decir que como deportistas, debemos estar preparados para enfrentar la prueba que nos toque: para eso nos preparamos. Emocionarnos, para bien o mal, está dentro del paquete “Deportista”. Lo que no debe pasar es que por una falsa expectativa, nuestras emociones lleguen a niveles descontrolados. En esa línea, nuestro imaginario debe alimentarse de nosotros, de nuestro potencial. Tan importante como querer ser el mejor, es saber qué debemos hacer para serlo. 

Manuel Beltroy
Psicólogo Deportivo





Importancia de la masticación

La masticación es una de las funciones más importantes de nuestros sistema estomatognático, es un acto fisiológico complejo que implica actividades neuromusculares y digestivas, en el cual se fragmentan los alimentos  en pequeñas partículas, los cortan y los trituran para luego convertirlos en un bolo alimenticio, preparándolo para la deglución y digestión.
Esta función se pude ver alterada cuando existe una hipotonía o hipertonía de los músculos masticadores, así mismo, cuando se produce una masticación anterior y/o unilateral  perturba el funcionamiento normal de dichos órganos, rompiendo con el equilibrio, conduciendo a las disfunciones. En algunos casos se puede observar movimientos de cabeza con estiramiento de los músculos anteriores del cuello durante la deglución, los cuales están asociados con una disfunción masticatoria.
Una correcta masticación proporciona la fuerza y la acción indispensable para el desarrollo normal de los huesos maxilares, además de la conservación de los arcos dentarios, dando también continuidad a la estimulación de la musculatura orofacial iniciada con la succión para lograr finalmente una adecuada deglución y producción del habla.

Cynthia Cisneros 
Especialista en Lenguaje 





jueves, 22 de enero de 2015

Papás Semilla

Hoy en día, promover un espacio y tiempo determinado para el diálogo es una tarea que pareciera muy difícil, dado el permanente estado de aceleración en la que vivimos todos los padres.
DETENTE!! Este espacio que te tomas para hablar sobre lo que vives cada día y los sentimientos que experimentas: (miedo, angustia, frustración, cólera, entusiasmo, esperanza, comodidad, tranquilidad, alegría….lo puedes hacer diariamente en el seno de tu hogar y en compañía de tus hijos, cuidando algunos temas acorde a la edad, enséñales que tú eres un ser humano igual a ellos, con vivencias, recuerdos y sentimientos, y que esta es la principal característica que nos define como PERSONAS.
¿Cómo te has sentido hoy? Es una pregunta que abre muchísimas puertas al diálogo. Iniciarlo con la expresión de un sentimiento invita a explicar de inmediato el motivo de ello, y lo principal es que tus hijos se sentirán escuchados y valorados como seres con sentimientos y recuerdos.
La empatía, esa capacidad de sintonizar con las necesidades de los que te rodean, se desarrolla día a día dentro del hogar. Escuchar experiencias que no sean de tu total agrado no es fácil y es el principal motivo que aleja una conversación. Tus hijos te comentarán experiencias que quizás hubieras querido que ocurran de forma diferente y de inmediato criticaras y buscarás darle soluciones “rápidas” y “prácticas”. Sin embargo, no lograrás el análisis, reflexión de sus propias vivencias.
Busquemos activar el recuerdo sin temor, la expresión abierta de los sentimientos sin miedo a ser criticados y sintiéndose con la tranquilidad que será escuchado. Este espacio generado, conllevará a un siguiente paso:  El cuestionamiento interno de sus actos.
Admitir que poseo una cuota de responsabilidad en las acciones que realizo es un factor muy importante para el desarrollo psíquico de un niño. Lo hace consiente de las necesidades y deseos internos.
Enseñémosle a sentirse protagonista de sus acciones y no un simple espectador de su vida, ajeno a cualquier situación donde el también está involucrado. Ayúdalo a afrontar experiencias que le sean “difíciles” para él o ella. El asumirse como responsable lo hace simple estar más conectado consigo mismo y con los demás. Y a la vez, sentirse principal conductor de su propia vida.
Sigamos ayudando a crecer a nuestros hijos!!

Solange Otiura
Psicóloga








¿Estudio vs. Deporte?

Desde que me involucré en el mundo del deporte, fue frecuente escuchar el debate entre el deporte y el estudio. Sobre todo de parte de los padres de familia, quienes a pesar de apoyar el deporte, siempre tenían la duda de cuánto debían apoyarlo. Es decir, ¿debo dejar que mi hijo deje de lado el estudio para enfocarse más en el deporte o el estudio es más importante, pues eso le dará un soporte en su vida adulta (que el deporte no)?
De entrada me opongo a esta confrontación “estudio versus deporte”. No estoy seguro en qué momento uno se divorció uno del otro o si nunca se casaron. Pero, sea cual fuera la situación, lo cierto es que deben mantenerse unidos, deben complementarse.
Pensamientos radicales como este, que fuerzan a elegir entre uno u otro, no hacen más que detener el flujo natural de cada persona, cuando debemos apuntar a su integración. Quién dice que solo se puede hacer una actividad. Aquí comparto algunas bondades del deporte que resultan muy favorables para emprender cualquier tipo de estudio o trabajo.
En primer lugar, el deporte favorece al mantenimiento del cerebro (específicamente de las redes neuronales), por medio de la segregación de un factor de crecimiento (IGF-1), el cual estimula en el cerebro la producción del factor neurotrófico cerebral (BDNF), encargado de mejorar la supervivencia de las neuronas.
Yendo a temas más prácticos, la práctica de actividad física constante, además de los beneficios fisiológicos, permite la organización, la división del tiempo y habituación. Incluso, en edades más tempranas, es un importante medio para fortalecer valores como la responsabilidad y el respeto.
Asimismo, ayuda a lidiar con los problemas y en algún sentido, nos prepara para afrontarlos mejor. Partiendo de que el deporte es considerado una estrategia de afrontamiento a los problemas, su práctica continuada, permite desarrollar un mejor control de emociones, facilita la socialización y mejora la autoestima. Tres factores de gran relevancia para desempeñarse adecuadamente en un ambiente laboral (o de estudio).
Un último beneficio que mencionaré, pero no el último que posee, es la mejora del estado de ánimo. Esto no significa que invertirá una situación depresiva. Sin embargo, como método preventivo permite mantener un estado de ánimo positivo y equilibrado. Lo que en general, favorece el desempeño de la persona en su qué hacer cotidiano.

Concluyendo, la división entre el deporte y las actividades académico-laborales en general, desde mi punto de vista no es más que una concepción errónea de ambas. Es decir, el estudio no excluye el deporte ni este al estudio. En este sentido, debemos propiciar la complementariedad de estas dos necesidades y potenciar una a partir de la otra. Deporte y estudio no son dos opciones de un mismo menú, son partes de un mismo combo, que puedes ordenar por separado, pero resultan mejor unidas.

Manuel Beltroy
Psicólogo Deportivo





Deporte: un camino a la autorrealización

Todo padre busca la superación de su hijo. Mostrándole su trabajo, alentándolo a estudiar, preguntando qué será de grande, todo por verlo desarrollarse profesionalmente. En efecto, el ser humano tiende a superarse, a desarrollarse en cada aspecto de su vida. Así es como cada día aprendemos algo nuevo, como recordamos lo bueno para repetirlo y lo malo para ser corregido. Sin embargo, el camino hacia la superación no es precisamente sencillo. Si bien es una condición inherente al ser humano, eso no implica que se lleve a cabo a cabalidad. Así como por naturaleza nos alimentamos, y no por eso lo hacemos bien siempre, por lo mismo tendemos a la autorrealización, pero esta ha de ser guiada para llegar a donde se espera.
Al nacer, sabemos algunas cosas, como respirar, succionar o llorar, al mismo tiempo hay otras que deben recibir un estímulo para iniciarse, como caminar, sostener, hablar. No obstante, ninguna de estas se desarrollaría, de no ser por el instinto de supervivencia. Quiero decir que tenemos grandes potencialidades, que para ser puestas en práctica debe existir una necesidad. En el vientre materno, no es necesario respirar para vivir, tampoco llorar, mucho menos hablar. Sin embargo, fuera de él, moriríamos de no ser capaces. Así, cada vez desempeñamos mejor estas tareas, nos desarrollamos. Ahora, cuando la demanda es más exigente y la mejoría se acompaña de esfuerzo y trabajo que escapa de lo “natural” (como el habla o el andar), la mejoría es más lenta, incluso puede no darse en absoluto. En ese sentido, retomando lo expuesto en la primera oración, ¿cómo hacer para que mi hijo se “supere”?
Al igual que todas las capacidades del ser humano, esta también puede entrenarse, solo hay que saber cómo. Seguro hay diversas maneras, cada una con sus fortalezas y debilidades. Yo, como psicólogo deportivo, tengo la convicción que el deporte es uno de los mejores medios para desarrollarla. Por dos motivos principales, el primero es que la autorrealización requiere de un nivel motivacional alto, en otras palabras, no desarrollaremos una capacidad que no nos interesa poseer. Al mismo tiempo, encuentro que la motivación más poderosa proviene de la emoción. Trasladando esto al deporte, es innegable el nivel de emoción que despierta cualquier deporte, en ese sentido, el deseo de superarse es casi automático cuando el deporte que practicamos nos agrada. El segundo, y no menos importante, tiene que ver con lo que planteo en el párrafo anterior, debemos tener una necesidad, la necesidad de mejorar. No cabe más que el deporte exige mejoría. Sea este por afición o profesión, uno siempre busca ser mejor que la vez pasada, incluso que la jugada o el intento anterior.

En conclusión, todos tenemos la capacidad para desarrollarnos en cualquier cosa que nos guste y seamos sabiamente guiados, solo debemos entrenarnos para mejorar, para crecer, para autorrealizarnos. Y si bien pueden existir muchas formas de lograrlo, humilde y seriamente creo en el deporte como una de las más efectivas, pues la combinación de emoción y necesidad, es de las más poderosas.  

Manuel Beltroy
Psicólogo Deportivo